Todos los derechos reservados. Contenido propiedad exclusiva de: FOTOS PA DECIR QUE COSA TAN HIJUEPUTA - Diseño: Trixi Zurleydy Cipagauta Bocanegra y Helen Polo Hernández
 

 1. Un tipo que decide comprar una mascota ve a un loro colgando, cabeza abajo, de un palo; se le queda mirando y dice en voz alta:

"Vaya, ¿qué le habrá pasado a este loro?"

"Yo nací así: soy un loro sin patas", dice el ave.

"¡Je, je! Me pareció como si este pájaro hubiera entendido lo que dije y me hubiera contestado".

"Claro que entendí lo que dijiste. Soy un loro sumamente inteligente y muy culto".

"¿Ah, sí? Entonces contéstame esto: ¿cómo te cuelgas del palo, si no tienes patas?"

"Bueno, verás, me da un poco de vergüenza, pero ya que has preguntado, te lo voy a decir: uso mi pene como gancho y lo enrollo en el palo, no puedes verlo porque lo cubro con mis plumas".

"¡Increíble! ¿Realmente puedes entender lo que dice la gente y contestar?"

"Claro que sí, hablo español e inglés. Puedo conversar sin mayores problemas casi sobre cualquier tema: política, religión, fútbol, química, filosofía... y soy especialmente bueno en ornitología. Deberías comprarme, soy un excelente compañero".

El hombre mira la etiqueta del precio ($200) y masculla:

"Ese precio es demasiado para mí".

"Pssst", le llama el loro moviendo un ala para que se acerque. "Nadie me quiere porque no tengo patas. Ofrécele al dueño $20".

El hombre ofrece los $20 y sale de la tienda con el ave. Pasan las semanas y el loro es sensacional, gracioso, interesante, un excelente amigo, entiende todo y hasta da muy buenos consejos. Su dueño está feliz con él. Un día, el hombre llega de trabajar y el perico lo llama:

"Pssst", moviendo un ala para que se acerque.

El tipo se pone muy cerca de la jaula.

"No sé si contarte o no, pero es acerca de tu mujer y el cartero".

"¡¿Qué?!"

"Bueno, esta mañana, cuando llegó el cartero, tu mujer lo recibió con un beso en la boca. Ella estaba vestida sólo con ropa interior".

"¿Y después qué pasó?"

"Después, el cartero entró en la casa y empezó a acariciarla toda".

"¡Dios Santo! ¿Y qué más?"

"Después, le quitó las bragas y el sostén. Se arrodilló y empezó a besarla por todas partes, empezando por los senos, lentamente, e iba bajando y bajando por el ombligo y seguía y seguía..."

El ave se queda callada un buen rato.

"¿Y qué pasó? ¿Qué pasó? ¡Habla maldito loro!", grita frenético el hombre.

"No sé, se me paró y me caí del palo".
 
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 2. Un tipo va al África y, para no sentirse tan solo, decide llevar a su perro. El primer día del safari, el animal, muy contento, se pone a corretear mariposas y cuando menos se lo esperó ya se había separado del grupo.

El can, desesperado, empezó a buscarlos cuando, en eso, ve que una pantera muy enfurecida se dirigía hacia él dispuesto a comérselo.

Asustado, rápidamente piensa qué hacer; ve unos huesos que estaban junto a él y los empieza a morder. Justo cuando la pantera lo iba a atacar, el perro exclama:

"¡Mmmmmm, qué rica pantera me acabo de comer!"

La pantera, al escuchar eso, se frena con estruendo y huye muy asustada mascullando:

"¡Pinche perro, por poco y me come a mí también!"

Pero arriba de un árbol, estaba un chango que vio todo lo que había pasado. Éste se baja muy rápido y va tras la pantera para chismearle todo lo que vio. Al escuchar aquello, la pantera, muy enojada, le ordena al mono:

"Súbete, vamos con ese maldito perro para ver quién se come a quién".

El sabueso se da cuenta que la pantera viene, con el simio trepado, dispuesta a todo. En un instante, el perro adivina que el chango fue con el chisme pero en lugar de correr, se da la vuelta como si no hubiera visto nada. Cuando la pantera ya lo iba a atacar, el perro se queja:

"¡Pinche chango, ya tiene como media hora que lo mandé por otra pantera y el cabrón todavía no regresa!"
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 3. Un ladrón entró a una casa a hacer de las suyas, con su linterna en la mano. Cuando estaba escudriñando por la cocina y el comedor en busca de la platería, escuchó una extraña voz que le decía:

"Jesús te está mirando".

El ladrón se sobresaltó, apagó la linterna e inmediatamente se puso a averiguar de dónde provenía esa voz.

"Jesús te está mirando", volvió a escuchar.

Encendió nuevamente su linterna y vio a un loro encerrado en una jaula que le repitió:

"Jesús te está mirando".

El tipo se río y le respondió:

"¿Y tú quién eres?"

"Soy Moisés", contestó el loro.

"Ja, ja, ja, ja ¿Y quién fue el imbécil que te puso 'Moisés'?"

"El mismo imbécil que le puso 'Jesús' al doberman que está detrás de ti... ¡Idiota!"
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 4.
 
Llegó un doctor a hacer su servicio social a un pueblo en la sierra. A los pocos días, empezó a notar que en el pueblo no había mujeres y éste se preguntaba cómo le hacían los hombres para satisfacer sus necesidades sexuales.


Un día, en una de las consultas, le preguntó a su paciente: "Dígame Don Pancho, ¿cómo le hacen ustedes para satisfacerse si aquí en el pueblo no hay mujeres?"

"Muy fácil, por la tarde vaya para el río y ahí encontrará su respuesta".

En la tarde, el médico se dirije al río y, cuál fue su sorpresa: que había tremenda fila... todo el pueblo estaba ahí. El doctor se formó al final de la fila y el último, al darse cuenta de que era el médico, le permitió pasarse hacia adelante y así todos le fueron dejando su lugar hasta que el doctor quedó al inicio de la fila.

Lo que encontró el médico fue un burro y pensó: "¡Ahhh! Así es como se satisfacen estos cabrones. Bueno, ni modo". Y se acomodó como pudo el doctor y le empezó a dar al burro por detrás.

Pasado un rato, el segundo de la fila le pregunta al galeno: "Doctor, ¿le falta mucho?"

"No, ya mero termino, ¿por qué me pregunta?"

"Lo que pasa es que necesitamos al burro para cruzar el río porque del otro lado están las ¡PUTAS!"
 
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 5. Una pulga está tomando sol en la playa, toda bronceada, debajo de una sombrilla, cuando llega otra pulga muerta de frío. La primera le pregunta: "Que te pasó?". "Resulta que quise venir a la playa a tomar el sol, y me subí en los bigotes de un motociclista que venía para aca, pero casi me muero del frío después de venir todo el camino a 200 km por hora". "No seas bruta, tienes que hacer como yo, te escondes en el baño de mujeres, y cuando entra una, te subes a su ropa interior y viajas calentita y segura".

Al otro fin de semana vuelven a encontrarse en la playa las dos pulgas, la primera bronceadísima, y la segunda nuevamente blanca y muerta de frio. "¿Y ahora qué te pasa, no hiciste lo que te dije?" "Sí, lo hice. Me escondi en el baño de mujeres, llegó una y cuando se bajó la ropa interior, me subí, me acomode ahí muy a gusto y me quede dormida". "Entonces, que pasó?" "No lo sé; cuando me desperté estaba otra vez en los bigotes del motociclista y venía a 200 km/h muriéndome de frío."
 
 
 


¡QUE VIVA MI COLOMBIA HIJUEPUTA!
 
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